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lunes, 30 de junio de 2025

Cuento de la abuela Lore


Era una niña madrugadora, “mamugadora” decía ella en su lenguaje infantil, Mientras pintaba con su pincelito, se le ocurrió una flor con forma de boquita pintada, que lindos rojos eligió! la nenita sentada en su almohadón de nube, o no estaba sentada, más bien etéreamente posada, no estoy segura de verla físicamente en ninguna parte real, solo sabemos que estaba emocionada con su creación de una flor que tuviera la forma de una boquita pintada. Nadie puede asegurar que fuera un pincel lo que usaba, solo que la flor de labios rojos le hacía mucha ilusión, mucha emoción, que al final, es el atrevimiento más poderoso junto con el amor. Y como todo sucede en un instante, o quizás el tiempo de aprovecha los milenios, para llegar a tan dichosa creación, un día la naturaleza, mutación por medio, resultó en una flor muy hermosa de boquita. Y bueno, la nenita, como todos nosotros, se aseguró su felicidad, siempre tuvo la seguridad de que era inevitable. No hay camino, se hace camino al andar, y por tal, las creaciones -como los futuros destinos - son secuelas de niñas creadoras que llevamos en nuestro corazón. Qué te animaste a crear hoy?

martes, 23 de septiembre de 2014

Sensación de no llegar a los pedales o manejar desde el asiento de atrás


La noche anterior a mi cumpleaños, cumplia 39.

Telefonos planos. Edificio enorme de varios cuerpos. Primer ala. 3 piso. Primera puerta

Escalera, encuentro a mi amiga Marian con dos jefes, saludo y desde ese momento debo soportar la charla intrascendente de oficinas.

Hay una mesa al entrar que tiene flores.

Tengo una reunion, call, hablan muchas horas.

Me preguntan si ya probé los ejemplos, vuelven a preguntar por los reportes.

Hay pocos teléfonos, no alcanzan. Alguien debía estar ahí presente esta tomando la llamada desde otra sala

Alquien a mi lado pide que traspase el micocrofono para poder hablar.

Repite

Estoy en el auto llegando a esa reunión, pero tarde. Hace un día fantástico, las calles son hermosas, con puentes

Se repite la llegada a la recepción pero algo cambia: yo se lo que va a suceder. Entonces tomo por otro  camino. Y escucho a las tres personas hablando. Reconozco a Marian por su voz. No quiero unirme a ellos. Me quedo quieta en un rincón mientras los veo subir a un ascensor .. el Tercero me ve. Le hago un gesto de silencio para que no diga nada.

Voy por el pasillo razonando una vez mas sobre las capas del tiempo: Pienso en vidas pasadas y futuras. Razono profundamente tratando de encontrar una respuesta factible. El futuro esta en nuestras manos, lo que construimos con nuestra mente se presenta nítidamente en este plano. Pero hay mas… tiene que haber mas planos que los conocidos.

Subo por las escaleras y vuelvo a escuchar sus voces más arriba.  Me ven, si me saludan casi exactamente como en el otro plano. Pero alguien mas pasaba por ahí en ese pasillo. Nos comenta que están decidiendo la sala y que el pidió mas teléfonos.

Seguimos. Encontramos otra persona que nos dice que se va a otra sala, porque hay pocos teléfonos. Le decimos que alguien pidió mas teléfonos, entonces se une a nosotros. Como el charla con los otros 3 y eso me permite alejarme del grupo y pensar un poco mas.

Escucho a alguien que dice 15 telefonos. Que error, los 15 eran los que había en la reunión del primer plano, no alcanzaban. Ese numero no había cambiado.

Trato de no preocuparme mas por el pobre que hicimos cambiar de decisión

Me pierdo, es decir no se en que sala es esta vez. Voy a la sala 20 para ver si los encuentro. La puerta esta cerrada. Es tarde. La reunión debe haber comenzado.

Quiero que el cosmos me diga eso! Exijo que me ayude a encontrar mi lugar. Suena el celular y decido aceptar esa llamada como la información que estoy buscando. Es el director de selección de personal de una empresa importante, interesado en mi para un puesto que tiene vacante. Le digo que me cuente, que tengo especial interés en lo que me quiera proponer.

Esta la misma mesa adelante pero esta vez no tenia flores. Tenia mi mochila y mis apuntes. Porque estaban ahí? No podía recordarlo. Seguro los dejo Marian para mi. Miro adentro de mi mochila, no esta mi laptop. Al lado un mantel blanco arrugado, adentro mi laptop. Respiro tranquila. La debe haber separado por si robaban mi mochila. Hay sobras de comida, como platitos y fuentecitas descartables desordenadas arriba de la mesa. Un cartel que dice No molestar en la sala hasta las 18 hs. Podría ser mi reunión… pero no aparece el nombre de mi empresa por ningún lado. No estoy segura. Me giro y sigo pensando si este es mi plano, el mundo en el que quiero vivir.

Y en eso una persona llega a la reunión y abre la puerta

Aprovecho para mirar al interior de la sala, a ver si reconozco a alguien. Pero no, no es mi reunión. Voy a tener que buscar la reunión en otra sala. Giro nuevamente y en la mesa esta mi mochila, pero el mantel esta puesto y no hay restos de comida.

Me agacho y busco las cosas que acababa de ver hace solo unos instantes. Encuentro las fuentecitas descartables apiladas, prolijamente debajo de la mesa.

Otro cambio de plano. Pero esta vez yo podía ver el suceso el momento exacto. Alguien había cambiado las cosas de lugar? No, no era posible, era en cuestión de segundos, y eso hubiera hecho ruidos a mi espalda. Yo estaba en un tercer plano, diferente de los anteriores, uno en donde la persona de limpieza había pasado antes por ahí.

Tenía mi mochila conmigo, verifico mi compu, y salgo en búsqueda de información sobre la sala. Esta vez si que llego muy tarde. Bajo a planta baja, pido información, eso demora, porque no saben.

Una vez en la reunión, veo al sr del teléfono, se tuvo que parar para acceder a un micrófono. Me doy cuenta que esta incomodo. Que lastima, hubo un plano mejor para el. Me pongo a pensar en eso, desoigo la reunión. Habrá un plano mejor para mi? Y alguien conoce de su existencia? Qué debo hacer para accederlo? El señor en el plano anterior se había buscado otra sala mas comoda para tomar la llamada.

 

Cuando salimos, yo conduzco, llevo a Marian atrás

En el auto mi amiga vio un auto de Javier, con las trabas abiertas. Pidio parar y adelante había una manifestación con fuego y policía

Al estacionar no llegaba a los pedales. No se si choque levemente al auto de adelante

Parece que si un señor con un baston amenaza con pegarle a mi auto, esta muy disgustado

Trato de explicarle

Caminando por una calle llena de gente

 Pasan unos chicos de unos 19 años. Creo conocer a uno. Un poco pelirrojo, o rubio, su cara me parece familiar. Solo que esta mas joven. Lo saludo, y el parece no conocerme. Esta con otros dos chicos que se le alejan en el caminar. Yo también me quedo sola mirándolo, tratando de pensar quien es y por que lo conozco. El detiene su paso,  me dice, no la conozco. Me disculpo pero empiezo a caminar con el. Se nos une uno de sus amigos. Llevan maquetas para la facultad. Edificios construidos con piedras de colores. Vamos charlando de a quien se me parece, y halago sus obras. Notan que tengo una piedra de igual color y tamaño adecuado en mi bolsillo superior, la agarran y la pone. Me gusta. Les entrego la segunda piedra que tengo igual a esa como contribución a la obra. Me siento contenta

Subo las escaleras y encuentro la mesa de la sala de reunión con mi mochila y el mantel arrugado.



domingo, 27 de abril de 2014

De Valkirias



Terminaba la noche y despuntaba el alba. Las valkirias regresaban al norte justo antes de que la aurora boreal pintara de colores el firmamento. Greiða, o "Salvación" como la llamaban los mortales, se apuró en una última vuelta por la explanada. El viento ondeaba las gazas de su vestido apareándolas con la cola de su caballo alado. Era una leyenda en los pueblos humanos, pero en su hogar era tan solo una más del conjunto. O al menos ella así lo sentía.

Hogar era para ella un recinto construido con hojas blancas del viejo tré. Nadie sabía los siglos que tenía el árbol, pero era seguro que Odín lo había puesto allí entre otras cosas para hacer ladrillos del papel maché y con eso construir las pequeñas y cálidas casas redondas.

Atravesó la puerta de madera curva y observó cómo la luz inundaba el ambiente desde todas las ventanas. Todo era  blanco, a excepción de su corset que era dorado y rojo como la sangre. Desprendió las presillas y se lo quitó haciendo que en el lugar revolotearan miles de  pequeños arco iris de colores. Lo depositó cuidadosamente al lado de la lanza y el recinto volvió a la calma de luz clara.

Quedó pensativa mirando la lanza en el rellano. Desde ese día todo le recordaba a él, esa batalla había cambiado su vida de alguna manera, y probablemente también la de él.
Cuando aquella batalla estaba por estallar sus amigas estaban entusiasmadas de poder participar, mientras ella, como siempre, mostraba poco interés.
"Una nueva cosecha de hombres valientes, seleccionados cuidadosamente para servir a un propósito mayor." La idea no conseguía convencerla.
Era un día de tormenta, y numerosos relámpagos iluminaban el cielo justo cuando se encontraban recorriendo en círculos la zona de peor devastación. Cuánta pérdida, pensó. Sus pares Skögul ,  (Furia), Hlökk (estruendo) y Göll (grito de guerra) urgaban entre los resultados de la batalla en búsqueda de los mejores ejemplares para servir a Odín.
Un poderoso rayo cayó iluminando los cuerpos muertos o moribundos y rebotando su luz en las armaduras valkirias, se formó una auténtica aurora boreal por unos instantes. Fue en esos segundos en que ellos se encontraron con la mirada. Ella sobre su caballo aún y el arrodillado sobre su amigo tratando de salvarle la vida.
Solo en presencia de las luces del norte era posible verlas. Nadie dudaba de su existencia y se creía en ellas desde niños, pero nadie conocido las había visto, o sobrevivido para contarlo...
Al verla él no se sorprendió, simplemente la miró con ojos de madurez comprendiendo lo que significaba. Ella debía llevarlo con ella, aun tan solo por haberla visto.
Sin embargo no sería posible llevarse su alma si no perdía la vida en campo de batalla. Y el no estaba siquiera herido.
Se irguió en toda su estatura y ella descendió del corcel. El sentía su presencia y veía su contorno con claridad. Estaba a pocos centímetros cuando se animó a hablarle sin saber si ella podría siquiera comprender sus palabras.
"Debes llevarme". Fue como una afirmación.
"Debo hacerlo", contestó ella bajando el mentón, entendiendo la pregunta, sin dejar de mirarlo.
"He combatido tantas batallas, he perdido muchos amigos. Espero que hayan servido a un propósito mayor. ¿Tendré yo también esa suerte?".
Algo en él forzaba a la verdad y a la juticia. Ella se encontró frente a la mayor de sus disyuntivas, todas sus convicciones cayeron finalmente a sus pies y todas sus dudas se hicieron presentes. CONTINUARA

domingo, 15 de diciembre de 2013

Infracciones


Vengo de pagar infracciones de tránsito.
La señora tenía dos matrimonios, el primero le pegaba, el segundo era tan meticuloso…. Un hijo del primero, dos hijas del segundo, 24 y 27 años ya…. Grandes. Lo supe todo en unos 5 minutos. Pero déjenme contarles cómo fue todo.
Me atendió después de echar a Rober, diciendo: -Llame “Carracedo”, no Seara.

El aclaró lastimoso: - Pero es mi auto!
Y  ella le dijo con voz de autoridad: -Voy a tratar con cada uno por separado.

Parecía una cita policial, al final derivó en psicoanálisis.

Cuestión que miró las 6 infracciones, todas mías a decir verdad.  Todas juntas parecían una sábana interminable.
Me dijo que había que indexarlas, aplicarles un coeficiente para llevarlas a valor actual. Imprimió las fotos de cada multa, indiscutiblemente se trataba del auto de Rober. Se dispuso a escribir los valores actuales al margen de las fotos.
Una era muy nueva, tres eran re viejas, dos de principio de año. Qué hacia yo a las 6 de la mañana en Figueroa Alcorta? Mmm

Un miércoles… “Dificil de explicar”, le dije.
Sin duda había sido yo, porque Rober nunca tuvo una multa en su vida. Su vida es derechita, ceñida a la más mínima regla, absolutamente previsible. Y la mía es un caos. Además yo prefiero pagar una multa de vez en cuando que vivir pendiente del mensaje de radar del gps que dice "atención, radar". Prefiero todo sin reglas. Si se puede. Sin poner en riesgo la vida de nadie quiero hacer lo que se me da la gana.

Qué hacía yo en Gral Paz y parque Sarmiento por colectora… a 60 km. Terrible.  
Lo peor de esas multas es que sacan puntos. Rober, que se cuida en ese y en todos los aspectos, ya tenía casi 20 puntos, y le iban a sacar la licencia, como dueño del auto que es le caen todas las infracciones.

En eso, me preguntó “la gorda”, mejor dicho  “la vieja”, o era “la rubia despeinada”, no se… era gorda, vieja y rubia con los pelos locos: -“El libre deuda te lo pidió el seguro?”, no, le dije yo. “Pero estás vendiendo el auto” No, no, tampoco. Cara de incredulidad como pocas.
Yo le aclaro bajando la voz y la cabeza como para que nadie escuche: -“Viste ese que ves ahi es (era) mi "marido", bueno es muy … digamos meticuloso.” Y revoleando los ojos agregué: “ Y las multas son mías, por eso estoy acá voluntariamente, para pagar y que me pases todos esos puntos a mi. Y ya deje de molestarme”…..

Sin decir palabra la mujer reimprimió  las fotos y volvió a empezar. Dobló cuidadosamente lo que había estado calculando y lo puso lentamente en el tacho de basura. Luego me miró y me dijo: Estas tres son viejas, prescribieron. Dibujo una P grande en el margen.
Estas 2 de 200 pesos no hace falta indexarlas. Y esta ultima de 664, la foto es defectuosa. Le puso un “DF” en el margen. Pague solo 400$ de los casi 2000 que había calculado en un principio.

Me contó sobre su último marido….Grave el caso… pero igual, “mejor que el primero "– sus palabras Y de sus hijas, y de su signo y su ascendente. Le sacó el ascendente a Rober en el acto: Tauro con ascendente en Capricornio...

“Y con vos… con vos no voy a discutir, vos sos de Aries:  Todo un personaje”.

Para mí que el personaje era ella, pero bueno… puntos de vista

viernes, 29 de noviembre de 2013

Multiservicio


Esa mañana recuerdo que el andén del Multiservicio estaba lleno y todavía no eran las 7. Pero era típico en esta época. Se acercaban las vacaciones y todo el mundo quería resolver a último momento lo que no hizo durante todo el año.

Lentamente se fue acercando el subte hasta quedar justo enfrente de la puerta del primer vagón, que era el correcto para iniciar el viaje.

En el primer vagón era donde, según recordaba,  estaban los carpinteros, techistas, fábricas de muebles y aberturas. Creo que también todo lo relacionado con tratamiento de pisos. Además no quería dejar de averiguar sobre una ventana de techo para el living.  “Hace rato que la quiero y no me hacía el tiempo para eso”, pensé.

Con la chicharra característica se abrió la puerta y nos chocamos todos para entrar juntos. En el interior una alfombra central dividía el subte en dos partes, y a ambos lados una línea de stands me recibió.

-¿Buenos días, qué anda buscando? -¿Me gustaría contratar un plastificador de piso. -¿Muy bien, cuántos metros cuadrados tiene su parquet - Aproximadamente 80 m2, lo que mide el living y las habitaciones.-Con o sin zócalos?- Con -¿Cuál es el estado general del piso? ¿Le faltan maderas? - No, no. Está completo -Elija un tono de plastificado en esta muestra.

Luego de señalar uno bien parecido, le di mi dirección y quedamos que lo harían la semana siguiente. Pregunté por aberturas y en voz alta se dirigió al escritorio al lado - ¡Ey Pepe, la señorita busca una abertura!

Me vendieron una ventana de techo en unos 10 minutos. Es que eran fantásticas. Luz natural en el living comedor actualmente oscuro. Tendrían que retirar unas cuantas tejas, pero a cambio yo tendría todo el sol adentro de mi casa.

No habíamos llegado a la siguiente estación y yo ya había resuelto lo que necesitaba. No me podía explicar cómo hacía la gente para hacer trámites antes de que existiera el “subte multiservicio”.

El señor de las aberturas me comentó que no dejara de ir al otro vagón en busca de Juan, que era el cerrajero. Era importante hacer las llaves de la nueva abertura.

Entregué un cheque por la compra, y me dirigí al siguiente vagón en busca de Juan.

Juan resultó ser un tipo macanudo. Me dijo que él se encargaba con el mismo Pepe de hacer las copias de la llave de la abertura tan pronto como la eligieran y las dejaría el mismo día que la  colocaran. Bárbaro. Todo en 2 estaciones.  

Me quedaban 4 estaciones antes de llegar. Quizás me daba tiempo de retirar la tarjeta de débito que la semana pasada había pedido que renovaran. Me detuve a mirar unas fotos geniales de unos cruceros en oferta en el stand de agencia de viajes. No podía creer qué suerte. Ahí estaba Tahiti, un destino que yo siempre había querido conocer, en oferta, como invitándome.

La chiquita vestida de azafata me atendió y me detalló las distintas opciones. La verdad es que un crucero para estar tirada sin hacer nada era tentador. El año había sido rabiosamente duro, y necesitaba unas vacaciones. Financié la compra en 24 meses, y le agregué unas cuantas actividades náuticas, unos paseos, sesiones de masajes, spa… Tahití… Ya parecía tocar con las manos el paraíso. Partía en dos semanas, justo cuando terminaran de hacer el piso y la abertura.

Junté mis cosas y me fui a resolver el tema de la tarjeta. Un último trámite y ya estaba llegando a la oficina. Todo había salido de maravillas ese día.

Lo recuerdo hoy, como si fuera ayer. También recuerdo las caras de satisfacción de los vendedores, y los gestos entre ellos. Y me pregunto, si hubiera podido darme cuenta de algo en ese momento. Pero no.

Incluso al regresar de Tahití, y encontrar la casa completamente vacía de valores, muebles y recuerdos, no pensé en eso. Pero ahora la claridad es aplastante, en un solo día de “suerte”, había entregado la información precisa del tiempo que estaría ausente más la copia de las llaves de una abertura que nunca llegué a disfrutar.  Todos los datos de una persona en un solo vagón, donde se brindaban servicios. No tuvieron ningún problema en realizar la estafa, todo el tiempo del mundo, desde el dinero del banco hasta la cortina del baño.

viernes, 17 de mayo de 2013

Frutos rojos


   Detrás de sus párpados cerrados, oyó el ruido de la ducha esa mañana, y así supo que él había llegado. No era que lo estuviera esperando, ni que tuviera alguna razón o necesidad de verlo. Hace tiempo que ya no esperaba nada en realidad. Por otro lado las ausencias se habían hecho cada vez más frecuentes y ya se había acostumbrado. Y se sabe que no hay nada más convincente que la costumbre.
   Se encontraron más tarde en la barra blanca de la cocina con un café lavado en medio, y prácticamente no se dirigieron palabra. Algún que otro sonido de vajilla mientras lavaban cada uno su taza. Solo eso.
   Juntó sus cosas, chequeó lo básico en su cartera y se dispuso a salir. En la puerta lamentó no haberse mirado al espejo aunque sea fugazmente. Eligió gorra y bufanda negras que colgaban al lado de la puerta y se fue.
   Había quedado con una amiga en asistir a una jornada de uvas y vinos más que nada porque quedaba cerca de su casa.
   Al llegar respondió cortés a los saludos que le brindaban aquí y allá. No era una persona muy comunicativa, es más, podría decirse que era la persona más retraída en aquel salón en donde todos hablaban bulliciosamente.  Aunque no conocía a nadie, se sintió observada. Y justo en el momento en que se disponía a examinar aquella sensación, una cara conocida se acercó a rescatarla del momento incómodo. Era su amiga que no podía dejar de repetir lo feliz que se sentía por haber aceptado venir.
   Comenzaron las introducciones correspondientes, donde los organizadores se deleitaron exponiendo cada uno su experiencia  vitivinícola, para darle un marco de seriedad al encuentro. Así supo saber que el señor que la había estado observando era un invitado especial, se llamaba Joaquin con sus respectivos dos apellidos de alcurnia, gente de vides, que venía desde España a conocer al Sommelier que presidiría la convención.
   Él se presentó ante el público con su voz profunda y perfectamente modulada mientras ella lo miraba con interés. Para su sorpresa, justo antes de terminar su autopresentación y un segundo antes de que comiencen los aplausos, él se giró perceptiblemente para mirarla a ella a los ojos y dedicarle sus últimas palabras. Ella sostuvo la mirada por el tiempo que pudo, quizás fueron dos segundos, pero alcanzó para movilizar hasta el último de sus poros.
   Copa en mano y luego de algunos canapés los invitaron a tomar asiento para dar comienzo a la Cata. Ella eligió un asiento al final del salón esperando que su amiga se le uniera. Pero aquella estaba entretenida por esos momentos conversando con gente con la que hacía negocios hace años.
   Don Joaquín -que para esa altura ya parecía sentirse como en su casa- se le apareció al lado como con algún truco de magia y le preguntó amable si podía compartir su mesa. Ella balbuceó una especie de “sí, cómo no”, tratando de esbozar una sonrisa.
   El Sommelier al frente comenzó la charla e hizo servir 6 copas de vino a los participantes. Ella empezó a preguntarse qué diablos hacía allí, pero por otro lado tenía cierta curiosidad por este hombre que, sentado a su lado, emanaba una mezcla de energía y confianza.
   El primero de los vinos era color dorado intenso. -“En nariz, frutado, con aroma a ananás y cierto dejo de miel. No?” le dijo él a los ojos con una  mirada de complicidad. Quedó perpleja, y solo se atrevió a asentir con un movimiento de cabeza, no estando del todo segura de si se estaba refiriendo al vino o a qué. “En apariencia simple y suave, pero en el fondo tiene unas notas elocuentes, para el que las sabe pillar.”
   Cuando tocó probarlo, en la boca el Chardonnay tenía un dulzor en armonía con las frutas que anticipara su fragancia. “Frutas tropicales, que son siempre apasionadas y a la vez sensibles”, le escuchó decir esta vez parecía hablar solo, pero ella sentía que se estaban comunicando. De una manera del todo extraña para ella, pero aquello era una conversación, significativa y profunda.
   El segundo vino era un Torrontés de los más típicos: floral con un toque de jazmines, aromas azucarados y sorprendente en la lengua. Por lo bajo es que seguía oyendo a su compañero: “Mm, intenso, brillante, me sabe a una tarde de poltronas en la galería.” Ella comenzó a viajar en cada expresión y a descubrir sentidos que ni ella sabía que tenía.
   El sabor del tercer vino era herbáceo, “de naturaleza sin estructuras, sin límites”. Así lo dijo el, y ella coincidió completamente.
   Aquél era “expresivo, el otro “impetuoso e impulsivo”,  aquel "untuoso" y alguno revelaba unas lágrimas tan densas que bajaban con increíble lentitud por los lados de la copa. “La profundidad del alma de este vino, destaca su sensibilidad”.

   Y así, los violáceos Cabernet, los rojos rubí del Malbec, los traslúcidos Pinot Noir llenaban sus ojos, los perfumes y las “notas” inundaban su olfato, y los sabores resaltaban emociones pero eran las frases compartidas las que completaban el hechizo. Colores y matices que eran del todo desconocidos para ella, y que poco a poco él fue poniendo en palabras. Para ella.

   -“Este ofrece frutos rojos, algo tímido, con una influencia del trópico, y aquel una impronta marítima, una emoción de madera por haber pasado por una noble barrica”, proseguía él. “es como hablar de descubrimientos y de conquistas”, pensó ella.
   -“ Y este se nota que está viejo, ajerezado, oxidado, perdido, con el alma dolida y los bordes quejosos, lo ves?”, continuaba el.
     -“¿Y este otro cómo lo sientes? A mí me sabe redondo, no tiene aristas, de aroma suave pero de personalidad fuerte, y de un largo final en la boca…”, a lo cual ella solo atinó a mirarlo a los ojos.
   Intercambiaron más que vinos y comentarios. Hubo también respiraciones y roces compartidos.  Al terminar la jornada una invitación, un interés, una intención precisa en el aire se hizo presente en el momento de pasarse los datos personales y se fortaleció con un beso audaz, pero delicado y consentido.
   Ella luego se alejó y se fue, directo a su casa, con el cuerpo y el alma en frutos rojos y aromas efervescentes, con la esperanza de rememorar los detalles en soledad durante un rato.  Pero al llegar la luz del rellano le anunció que no estaría sola esa noche.
   Se cruzaron en la sala de estar, a pesar de su evasiva. El intercambio fue breve, pero para ella este fue el primer diálogo real en años.
   -“Llegaste”, le dijo él.
   -“Con el alma dolida y los bordes quejosos”, respondió ella.
   -“Qué?”
   -“Nada. La escasa profundidad de tu alma no admite sensibilidades, ni la “densidad de las lágrimas”, ni las “notas,” ni los “matices.”
   -“Estás diciendo tonterías”
   -“Si, quizás a pesar de todo yo tenga la naturaleza del Sauvignon, “herbáceo sin límites ni estructuras”. O quizás tenga la “timidez del Pinot”. O quizás también “los violáceos” o “los rojos rubí” o “la influencia marítima”, o “la pasión  del trópico…”
   -“Me estás preocupando”
   -“No será posible, sería muy extraño que te preocuparas. No es de tu madera. De hecho estoy segura de que no pasó por barrica tu alma.”
   -“¡¿No entiendo qué decis, estás bien?!”
   -“Nunca estuve mejor, como un Bonarda, con la “personalidad fuerte y un largo sabor en la boca”.
   Y diciendo esto se fue, cerrando suavemente la puerta por última vez.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Ensayo

Cracrigos


Tal como él había visto en los libros ilustrados, los cracriguianos poseían unos treinta ojos el extremo superior de su cuerpo. Si observaban hacia el Norte, parecían ser capaces de ver completamente el Este y el Oeste en la misma visión. Pero lo que más impactaba eran las tres largas bocas dispuestas al final de lo que parecían ser sus caras, si era posible darle ese nombre a esa parte del cuerpo. Utilizaban una boca para cada palabra de manera de que el sonido parecía provenir de más de un individuo. El chico supuso que esto pudiera haber sido útil en la evolución pero ahora solamente resultaba gracioso no poder adivinar cuál de las bocas emitiría el siguiente sonido. De todas formas no era importante, ya que no entendía absolutamente ninguna palabra de lo que decían.

Cuatro habitantes de tres bocas y algunos aeroasistenciales lo escoltaban a lo largo de la pista como si se tratara de algún delincuente de máxima seguridad. Pero el chico apenas tendría unos 12 años. Después de pasar unos cuántos puestos de control, llegaron a lo que parecía la oficina central del Aeropuerto Espacial.

Los aeroasistenciales lo habían interrogado una y otra vez en Galáctico, puesto que eran unidades robóticas de alta complejidad. Sin embargo no estaban en condiciones de interpretar las respuestas del chico ya que el vocabulario en memoria era muy básico y cubría solo temas relacionados con el turismo. Podrían recomendar un buen hotel, o una excursión en Cracrigos en perfecto Galáctico, pero no podían comprender cómo o por qué el chico había llegado hasta allí en su transportador unipersonal.

Finalmente el grupo alcanzó el edificio y se detuvo ante una puerta que automáticamente se abrió tan pronto como el sensor los tuvo en su radio. El Aeroasistencial más viejo señaló el mostrador de recepción como indicando que el niño debía ir por ese camino. No existe posibilidad de escapar aquí tampoco, pensó.

La cracriguiana levantó la vista para ver el que sigue. Sus treinta ojos parecieron sorprenderse al ver a un Gaiano. “Cre-cro-cra, cre-que cro cro cri que cro cromsa?”, le dijo.

El chico se acercó sabiéndose el destinatario de la pregunta pero sin haberlo comprendido. “Perdón pero no hablo crácrila”, se escuchó su tímida voz en Galáctico del Norte.

“¿Cridigame crusu cronombre y crodónde creprocede? Crese crerequiere cridentificación crapara cringresar cro cra cralguno crede crusus crafamiliares."

Cada cra-cre-cri salía de una boca distinta y a pesar del esfuerzo de la cracriguiana por hablar en Galáctico, el chico apenas entendió algo sobre su nombre y los documentos.

“No tengo documentos. Mi nombre es Alan, soy de Gaiaterra y mi transportador se averió en su atmósfera. No tengo cómo regresar.”

“Crallamaré cra crala cropolicía crinterestelar. Credeberán crellevarlo crede creregreso cry crolos crocostos creserán cra cracargo crede crusu crafamilia. Crono crupuede crepermanecer creen Cracrigos crisin cridentificación.”

Parado frente a ese mostrador reflexionó que tampoco tenía demasiadas opciones, los aeroasistenciales impedirían cualquier movimiento que hiciera y no tenía verdaderamente manera de salir de allí.

Alan también sabía que no habría familia en Gaiaterra que lo reconociera. El era de Fillis, la tercera colonia solar. La policía interestelar lo volvería a poner en manos militares de las cuales se había escapado y él no estaba dispuesto a unirse a ningún ejército, ni a la esclavitud. Esas eran sus opciones. Si pudiera llegar a Gaiaterra al menos podría buscar asilo de niños. Aunque ya no soy un niño, pensó para sí.

“Crimientras cratanto craguarde cren crala crasala”, dijo la recepcionista señalando una puerta.

Al girar en sus talones, un grupo de cracriguianos lo observaba con atención.

Se aventuró a la puerta señalada y supo que uno de los individuos lo seguía, mientras que los otros tres se dispersaban en el lugar. Algo está mal, lo presentía. Tan pronto como atravesó la puerta, se oyó un gran estruendo en la recepción.


continuará

jueves, 15 de noviembre de 2012

Superhéroes

SUPERHÉROES


Llegaba tarde y no era la primera vez. Como tantas otras veces iba ejercitando en su mente las posibles excusas que podría aducir pero todas le parecían repetidas o demasiado inverosímiles para que su voz sonara creíble y no dejara notar la mentira. Seguramente haría como tantas veces, practicar las palabras con las que mentiría de nuevo, y al llegar apenas aseguraría un “me atrasé”, diciéndose a sí misma en su interior que no había ninguna razón para dar explicaciones.

Pero al salir del subte ocurrió algo extraordinario, y aunque como excusa era genial, iba a sonar mucho más increíble que las imaginadas. Chocó de frente con un hombre joven que se atravesó en su camino. Fue en cuestión de segundos así que ninguno logró saber qué había pasado realmente.

Lo cierto es que terminaron sentados en el piso mirándose. En eso la chicharra del subte los despabiló de la sorpresa que aún los capturaba. Se pararon tratando de juntar sus cosas, el hombre caballero le tendió una mano amiga para ayudarla a levantarse y luego se alisaron la ropa un poco avergonzados. A esa altura la chica ya estaba pensando que la cara del joven le resultaba muy conocida… Y sabiéndose muy mala fisonomista, renunció casi de inmediato a saber de dónde. Pero él se presentó espontáneamente: -“Hola, encantado soy Emiliano Márquez, y te pido disculpas”. Esta vez si que la mujer no supo que decir. Tardó unos cuantos segundos en balbucear algo así como, -“Cari, me llamo Carina Salto”. A continuación, lo único que se le ocurrió preguntar es, “pero qué hacés en el subte?” Lo había tuteado en la pregunta, un poco habilitada porque él la había tuteado a ella, o por la edad, quizás. No era posible tratar de Ud. a un hombre que se veía tan joven…

Por supuesto traía peluca y eso, junto con la inusual indumentaria deportiva, lo hacía difícil de reconocer. -“Tampoco es que uno mire al Presidente en persona todos los días, pero de todas formas algo deben hacer en cámara para que se vea tan diferente y conservar el anonimato” pensó ella. Aquí en vivo y en directo, después de haberse chocado fuertemente, el hombre y la situación eran como un sueño.

-“Me ocupo de ver cómo vive la gente.” Respondió el Presidente como si nada pasara. “De paso descanso mi mente y doy un paseo. En serio, perdón por el golpe, fue durísimo…”

Por alguna razón se pusieron a caminar a la par. Ella hubiera jurado que habían chocado porque él estaba tratando de entrar en el subte cuando ella intentaba salir, ambos apurados, pero se abstuvo de hacer cualquier comentario, ya que podría hacer que la charla terminara abruptamente.

La mente iba a diez mil por hora, trataba de pensar qué decir, y descartaba la mayoría de sus frases por inadecuadas, previsibles o directamente tontas. ¿¡Qué se le dice a un Presidente!?

Al fin le salió un: -“No sé nada de política…, pero me parece bárbaro! Jamás lo hubiera pensado”, con la vista fija en el piso a medida que avanzaban. No se atrevió a mirarlo de nuevo, porque a esta altura ya se había dado cuenta de que el la inhibía profundamente. Y no porque fuera Presidente, aunque eso de verdad lo cambiaba todo.

-“Los asesores tampoco se entusiasman en mezclarse con la gente, así que sus informes son muchas veces incompletos, la mayoría teñidos de intereses personales. Yo prefiero mi propia vista y mi criterio. Si he de tomar decisiones al menos será en base a una realidad que vi, y no que me hayan contado.”

De nuevo el silencio… los pasos sonaban sobre el asfalto mientras cruzaban la calle. –“ Se me ocurre que puede ser peligroso que te reconozcan…”, dijo, mientras pensaba “no no no, eso no era lo que quería decir!”, y se arrepentía de haber abierto la boca.

Carina era una persona que sabía enfrentar cualquier situación y solía encontrar las palabras justas. Estaba acostumbrada a expresar lo que quería y a anticiparse a las posibles respuestas. Pues esta no era una de esas veces, y aprendió a sentirse incómoda por primera vez. Por eso su cabeza dijo “Basta! Tratalo como a un igual”, se dijo a si misma, “es muy probable que él valore eso”.

-“Peligros hay siempre, pero confío en ser una persona común al menos por algunos ratos. Vas a algún lugar? ¿Te estoy demorando?”, preguntó el Presidente.

-“Iba a trabajar”, y de nuevo corrigió, “pero no creo que sea tan importante como hablar con el P…” Se abstuvo de decir la última palabra. Por un segundo pensó en que cualquiera podría estar escuchando la conversación.

-“Ya que estamos y nos hemos encontrado de esta forma tan… particular, me gustaría saber tu opinión sobre algunas cosas, te molestaría? Solo necesitaría que fueras sincera”.

“ Sincera es mi segundo nombre” pensó ella, pero se abstuvo de decir semejante pavada. “Por supuesto. Me encantaría”, dijo en su lugar.

-“ Sentémonos por ahí, o preferís ir a algún lugar en especial?”

En ese momento pensó muchas cosas, si no fuera el Presidente estaría sintiéndose seducida, pero con el tono de voz que usó, y la manera en que lo dijo, la charla estaba claro que sería amistosa.

-“Donde quieras”, dijo. Y lo siguió.

Doblaron unas cuántas cuadras conversando y llegaron hasta una librería-biblioteca en cuyo fondo encontraron unas mesas y pudieron pedir un café. En ese momento él ya sabía a qué se dedicaba y cómo estaba compuesta su familia. También que ella no lo había votado en las últimas elecciones, y que los candidatos que había elegido nunca habían triunfado en sus candidaturas. Ni siquiera se acordaba realmente de sus elecciones pasadas. No atendía demasiado a los tejidos políticos. Lejos de alterarlo esto lo animó, cansado de verse rodeado de personas aduladoras de su entorno, encontrarse y charlar con una perfecta desconocida lo alegró.

Ella a su vez, sentía que volaba en una situación completamente inusual. Estaba increíblemente feliz, no sabía si por descubrir que el Presidente era una persona valiosa, por ser elegida para ser escuchada o simplemente porque la conversación era agradable, con una persona común. No podía distinguir sus verdaderos sentimientos, pero lo cierto es que disfrutaba cada segundo de conversación.

-“Y sobre los problemas que tenemos, qué orden de prioridad pondrías para la solución? ¿Cuál te parece que es el peor de todos nuestros problemas?”, preguntaba él.

-“Yo te voy a contestar obviamente en base a lo que me rodea, que puede no ser lo más importante. Para mí, lo que a mi corazón más le duele todos los días, es la situación de los chiquitos del subte… Puede no ser lo más crítico, pero sufro cada vez que los veo pedir, y siempre pienso por qué nadie se ocupa de ellos”, dijo, sintiendo que quizás sonara a acusación.

-“Sin duda, veo que tu nivel de sensibilidad es alto. Es una preocupación que yo tengo también. El entramado social que hay detrás de esa ayuda es complejo, pero sin duda lo vamos a resolver un día”.

Respiró aliviada, a esta altura no quería ofenderlo, y tampoco le hubiera gustado una respuesta del tipo ”Votame, yo soy la solución”. La respuesta de alguna manera implicaba que estaban trabajando en eso, y eso la puso contenta.

-“¿Alguna vez se te ocurrió pensar qué harías si fueras Presidente? Algunas personas se lo plantean al menos una vez en su vida.”

-“No, de verdad. Nunca hice ese ejercicio. Y no se por qué, ya que soy una persona que siempre está pensando un millón de cosas e imaginándome cualquier situación. Pero por alguna razón nunca me vi como Presidente de nadie. Lo siento…”, dijo suavemente.

-“No te disculpes, está bien. Muchas personas dicen si fueran Presidente harían tal o cual cosa pero casi nunca es viable la solución. Por lo que veo te ajustás mucho a lo verdaderamente realista. Debe ser por eso.”

Carina tuvo en ese momento un efecto dejá vú increíblemente vívido, que la hizo temblar. Tuvo la terrible sensación de que ese café ya había tenido lugar, en el pasado, o en alguna otra dimensión… Como sea, se acordó de algo y sabía que era el momento de expresarlo. Buscó las palabras unos segundos y se atrevió a decir:

-“Sin embargo, un día soñé algo… extraño. “ No pudo mencionar que era un dejá vu y prefirió creer que siempre se trata de los sueños.

-“Soñé que me daban la oportunidad de proponer ideas o soluciones a los problemas del país. Tiene que ver con los superhéroes…” Y venciendo la sensación de que el podría creer que estaba hablando tonterías, siguió hablando.

De repente se conectó con su deseo de que el mundo sea un mejor lugar para todos, independientemente del país y comenzó a exponer sus teorías de paz en forma un tanto desordenada. Comentó la necesitad de recuperar los valores y la idea de que son las personas las que verdaderamente hacen los cambios. La charla, que ya venía siendo interesante y agradable, se fue transformando en algo creativo. Intercambiaron ideas, en las que coincidían. La visión del ser humano comprometido con el bienestar de los demás y su conexión con la tierra. Incluso sobre el efecto del homo consumus sobre el planeta, que parecía ser imposible de revertir, ambos coincidían en que el homo reciclus terminaría dominándolo. Y había manera de colaborar con todo ello.

-“Bueno, entonces contame eso de los superhéroes…”

-“Bueno, en mi imaginación, o quizás ilusión, me imagino que existen personas que son un ejemplo para la sociedad, desde sus pequeños lugares. No los grandes, sino la gente común que hace más de lo que es requerido. Y sobre todo que están en búsqueda de cómo colaborar aún más en sus respectivos ámbitos. Un médico solidario en fronteras, una maestra que enseña a más chicos en sus horas libres, una enfermera ad-honorem, aquel empleado que se ofrece espontáneamente para capacitar a alguien en la empresa o para colaborar en recursos humanos para mejorar aunque solo sea el clima de trabajo. Los científicos que hacen descubrimientos orientados a la solución de problemas del mundo. Alguna abuela que va periódicamente a la biblioteca a leerle cuentos a niños o discapacitados. Hay en cada uno de ellos un héroe que puede tender redes de ayuda más fuertes si les damos apoyo.”

-“Si, pero cómo lo harías?!”

-“No se bien qué herramientas se podrían utilizar, pero mi idea se basa en “activarlos”. Básicamente que sigan haciendo lo que de todas maneras hacen cada día, pero reconocerles su aporte e incentivarlos a que se animen a más y que de vez en cuando hagan un informe simple. En mi imaginación pienso que se puede adicionar a su sueldo normal un concepto extraordinario, directo desde la presidencia. Algo así como “reconocimiento por pequeñas-grandes hazañas”. No sería demasiado en dinero, no me imagino que sea visto como un beneficio económico, sino que para este tipo de gente solo el reconocimiento y el apoyo para seguir, bastaría. Finalmente esa gente tiende a aportar también ese dinero a las causas con las que se sienten involucrados de manera que vuelve a la sociedad convertido en pequeñas grandes obras, con mucho valor agregado.” Carina estaba entusiasmada. El Presidente la escuchaba con atención y se notaba que analizaba las factibilidades con velocidad.

-“Vos decís activar personas comunes para que se animen a ampliar su accionar del día a día a actividades socialmente responsables. Pienso que conseguirían tener un gran efecto.”

-“Si, serían como Superhéroes, pero humanos y de verdad. Claro que el esfuerzo económico y todo eso tendría que analizarse”, agregó la chica que a esta altura ya creía en los imposibles.

-“Tengo un equipo para análisis de factibilidad. Lo complejo es identificar los Superhéroes verdaderos, no equivocarnos en esas elecciones.”

Ambos quedaron callados, viéndose de frente a la verdadera dificultad.

Compartieron un rato más ese silencio que los hizo mirarse a los ojos unos segundos. El Presidente se puso de pie y le mostró la mano en señal de despedida.

-“Me encantaron tus ideas, fue una suerte haberte encontrado. Espero que nos volvamos a ver algún día…”

-“Claro, cuando quieras”, respondió sin atreverse a contrariarlo impidiendo que se vaya.

-“Nos veremos con seguridad. Gracias por todo.”

Y con tristeza en la voz, ella respondió un “Gracias a vos” que el ya escuchó de espaldas mientras se alejaba.

Todavía no podía salir de su sorpresa. Tenía sensación de que todo había sido un sueño. No se preocupó por ir ya a ningún lado, se fue directo a su casa, completamente descolocada por el encuentro.

Con el tiempo llegó a pensar que aquello había sido simplemente un sueño. Uno de sus mejores sueños sin dudas, y tan real que era imposible no rememorarlo. Pero un sueño al fin. Le gustaba recordar cada uno de los detalles de lo conversado. Seguía las actividades del Presidente con interés, incluso se había dado de alta en redes sociales para estar más informada. Habían pasado casi dos meses y ya se había acostumbrado a pensar que seguramente Emiliano (como le gustaba llamarlo para sus adentros) no la recordaría ya.

Bajaba corriendo por las escaleras para ganarle unos segundos a los tiempos del ascensor y poder llegar al subte de las 8:30 cuando descubrió un sobre de Presidencia sobre la mesa de la recepción del edificio. Lo abrió luego de constatar que estaba efectivamente dirigido a ella y leyó las primeras líneas con una felicidad inigualable:

Estimado Ciudadano:

En el marco de la implementación del Proyecto “Pequeñas-Grandes Hazañas” queremos distinguirlo con un título de Colaborador Especial y reconocer sus aportes solidarios a la comunidad. El proyecto destina fondos para incentivar las mejores acciones de las personas en el ámbito en que se desarrollan y con el tiempo lograr cambios positivos.

En base a sus cualidades personales queremos que se sume a nuestro equipo de selección de los beneficiarios de los reconocimientos… a los que hemos decidido llamar Superhéroes…

Las lágrimas no le permitieron leer el resto.

---- continuará