jueves, 5 de marzo de 2009

Escuchar también es dar

La gente no escucha. Le gusta tanto el eco de su voz, que simplemente se escucha a si misma. Advierte en los demás grandes receptores de lo que tienen que decir, sobre todo de si mismos. El “si mismo” ocupa todo el espacio.
Algunos creen escuchar. Se afanan por decirle al mundo lo buenos que son escuchando. Para mi es parte de su discurso sobre “si mismo”.
Para escuchar de verdad hace falta bajar tanto el umbral de los filtros propios que seleccionan lo que uno quiere solamente, desactivar el yo interior por un rato, cancelar intereses, deshacerse de tantos juicios y prejuicios del pasado, de tantos colores que empañan la lente, o mejor dicho ruidos que ensucian el sonido, que es una tarea verdaderamente difícil, que exige dar mucho de si.
Lo es también para mi. Estoy dispuesta.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Los tres filtros de Sócrates

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por la práctica de su conocimiento, con alto respeto. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
Espera un minuto, replicó Sócrates. Antes de decirme cualquier cosa querría que pasaras un pequeño examen. Es llamado el examen del triple filtro.
¿Triple filtro?
Correcto, continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.
El primer filtro es la verdad: ¿estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
No, dijo el hombre, realmente sólo escuché sobre eso y...
... Muy bien, dijo Sócrates. ¡Entonces realmente no sabes si es cierto o no!
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad: ¿es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
No, por el contrario...
Entonces, continuó Sócrates, tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro; el filtro de la utilidad: ¿será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo?
No, realmente no.
Bien, concluyó Sócrates. Si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil, ¿por qué decírmelo?

Nota del autor (uau.. qué bien que suena!)

He retirado las "reacciones" porque hacen terriblemente lento el acceso a la página. Ya conseguirán los cráneos informáticos mejorar ese aspecto y volverán.