viernes, 29 de noviembre de 2013

Multiservicio


Esa mañana recuerdo que el andén del Multiservicio estaba lleno y todavía no eran las 7. Pero era típico en esta época. Se acercaban las vacaciones y todo el mundo quería resolver a último momento lo que no hizo durante todo el año.

Lentamente se fue acercando el subte hasta quedar justo enfrente de la puerta del primer vagón, que era el correcto para iniciar el viaje.

En el primer vagón era donde, según recordaba,  estaban los carpinteros, techistas, fábricas de muebles y aberturas. Creo que también todo lo relacionado con tratamiento de pisos. Además no quería dejar de averiguar sobre una ventana de techo para el living.  “Hace rato que la quiero y no me hacía el tiempo para eso”, pensé.

Con la chicharra característica se abrió la puerta y nos chocamos todos para entrar juntos. En el interior una alfombra central dividía el subte en dos partes, y a ambos lados una línea de stands me recibió.

-¿Buenos días, qué anda buscando? -¿Me gustaría contratar un plastificador de piso. -¿Muy bien, cuántos metros cuadrados tiene su parquet - Aproximadamente 80 m2, lo que mide el living y las habitaciones.-Con o sin zócalos?- Con -¿Cuál es el estado general del piso? ¿Le faltan maderas? - No, no. Está completo -Elija un tono de plastificado en esta muestra.

Luego de señalar uno bien parecido, le di mi dirección y quedamos que lo harían la semana siguiente. Pregunté por aberturas y en voz alta se dirigió al escritorio al lado - ¡Ey Pepe, la señorita busca una abertura!

Me vendieron una ventana de techo en unos 10 minutos. Es que eran fantásticas. Luz natural en el living comedor actualmente oscuro. Tendrían que retirar unas cuantas tejas, pero a cambio yo tendría todo el sol adentro de mi casa.

No habíamos llegado a la siguiente estación y yo ya había resuelto lo que necesitaba. No me podía explicar cómo hacía la gente para hacer trámites antes de que existiera el “subte multiservicio”.

El señor de las aberturas me comentó que no dejara de ir al otro vagón en busca de Juan, que era el cerrajero. Era importante hacer las llaves de la nueva abertura.

Entregué un cheque por la compra, y me dirigí al siguiente vagón en busca de Juan.

Juan resultó ser un tipo macanudo. Me dijo que él se encargaba con el mismo Pepe de hacer las copias de la llave de la abertura tan pronto como la eligieran y las dejaría el mismo día que la  colocaran. Bárbaro. Todo en 2 estaciones.  

Me quedaban 4 estaciones antes de llegar. Quizás me daba tiempo de retirar la tarjeta de débito que la semana pasada había pedido que renovaran. Me detuve a mirar unas fotos geniales de unos cruceros en oferta en el stand de agencia de viajes. No podía creer qué suerte. Ahí estaba Tahiti, un destino que yo siempre había querido conocer, en oferta, como invitándome.

La chiquita vestida de azafata me atendió y me detalló las distintas opciones. La verdad es que un crucero para estar tirada sin hacer nada era tentador. El año había sido rabiosamente duro, y necesitaba unas vacaciones. Financié la compra en 24 meses, y le agregué unas cuantas actividades náuticas, unos paseos, sesiones de masajes, spa… Tahití… Ya parecía tocar con las manos el paraíso. Partía en dos semanas, justo cuando terminaran de hacer el piso y la abertura.

Junté mis cosas y me fui a resolver el tema de la tarjeta. Un último trámite y ya estaba llegando a la oficina. Todo había salido de maravillas ese día.

Lo recuerdo hoy, como si fuera ayer. También recuerdo las caras de satisfacción de los vendedores, y los gestos entre ellos. Y me pregunto, si hubiera podido darme cuenta de algo en ese momento. Pero no.

Incluso al regresar de Tahití, y encontrar la casa completamente vacía de valores, muebles y recuerdos, no pensé en eso. Pero ahora la claridad es aplastante, en un solo día de “suerte”, había entregado la información precisa del tiempo que estaría ausente más la copia de las llaves de una abertura que nunca llegué a disfrutar.  Todos los datos de una persona en un solo vagón, donde se brindaban servicios. No tuvieron ningún problema en realizar la estafa, todo el tiempo del mundo, desde el dinero del banco hasta la cortina del baño.

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