martes, 4 de diciembre de 2012

Me iré

“Al final me iréééé…” dice una canción de Ale…


Resuena en mi cabeza… Sé que me voy a ir, al final, algo adentro que me lo pide a gritos.

Será que me haré ermitaña, me escapo a una casa de campo, y que me vengan a visitar algún día el que quiera venir… O me dedicaré a viajar por ahí, errante… O me enfermaré eternamente como mi abuelo… y finalmente moriré por mi debilidad… O me meteré adentro mío, como mi padre, que está, pero no está…

“…de tantas formas diferentes…” sigue la canción.

Tanta gente mirándome a mi en vez de mirar a dónde ir, esperando indicaciones… Cómo gritarles que es “golpe a golpe”, que no hay "recetas". No hay carteles indicadores.
Y yo –nacida con los mismos derechos y obligaciones- por qué tengo que saber a dónde ir?

Estoy cansada. Seré libre
“...aunque le duela al universo”

jueves, 15 de noviembre de 2012

Superhéroes

SUPERHÉROES


Llegaba tarde y no era la primera vez. Como tantas otras veces iba ejercitando en su mente las posibles excusas que podría aducir pero todas le parecían repetidas o demasiado inverosímiles para que su voz sonara creíble y no dejara notar la mentira. Seguramente haría como tantas veces, practicar las palabras con las que mentiría de nuevo, y al llegar apenas aseguraría un “me atrasé”, diciéndose a sí misma en su interior que no había ninguna razón para dar explicaciones.

Pero al salir del subte ocurrió algo extraordinario, y aunque como excusa era genial, iba a sonar mucho más increíble que las imaginadas. Chocó de frente con un hombre joven que se atravesó en su camino. Fue en cuestión de segundos así que ninguno logró saber qué había pasado realmente.

Lo cierto es que terminaron sentados en el piso mirándose. En eso la chicharra del subte los despabiló de la sorpresa que aún los capturaba. Se pararon tratando de juntar sus cosas, el hombre caballero le tendió una mano amiga para ayudarla a levantarse y luego se alisaron la ropa un poco avergonzados. A esa altura la chica ya estaba pensando que la cara del joven le resultaba muy conocida… Y sabiéndose muy mala fisonomista, renunció casi de inmediato a saber de dónde. Pero él se presentó espontáneamente: -“Hola, encantado soy Emiliano Márquez, y te pido disculpas”. Esta vez si que la mujer no supo que decir. Tardó unos cuantos segundos en balbucear algo así como, -“Cari, me llamo Carina Salto”. A continuación, lo único que se le ocurrió preguntar es, “pero qué hacés en el subte?” Lo había tuteado en la pregunta, un poco habilitada porque él la había tuteado a ella, o por la edad, quizás. No era posible tratar de Ud. a un hombre que se veía tan joven…

Por supuesto traía peluca y eso, junto con la inusual indumentaria deportiva, lo hacía difícil de reconocer. -“Tampoco es que uno mire al Presidente en persona todos los días, pero de todas formas algo deben hacer en cámara para que se vea tan diferente y conservar el anonimato” pensó ella. Aquí en vivo y en directo, después de haberse chocado fuertemente, el hombre y la situación eran como un sueño.

-“Me ocupo de ver cómo vive la gente.” Respondió el Presidente como si nada pasara. “De paso descanso mi mente y doy un paseo. En serio, perdón por el golpe, fue durísimo…”

Por alguna razón se pusieron a caminar a la par. Ella hubiera jurado que habían chocado porque él estaba tratando de entrar en el subte cuando ella intentaba salir, ambos apurados, pero se abstuvo de hacer cualquier comentario, ya que podría hacer que la charla terminara abruptamente.

La mente iba a diez mil por hora, trataba de pensar qué decir, y descartaba la mayoría de sus frases por inadecuadas, previsibles o directamente tontas. ¿¡Qué se le dice a un Presidente!?

Al fin le salió un: -“No sé nada de política…, pero me parece bárbaro! Jamás lo hubiera pensado”, con la vista fija en el piso a medida que avanzaban. No se atrevió a mirarlo de nuevo, porque a esta altura ya se había dado cuenta de que el la inhibía profundamente. Y no porque fuera Presidente, aunque eso de verdad lo cambiaba todo.

-“Los asesores tampoco se entusiasman en mezclarse con la gente, así que sus informes son muchas veces incompletos, la mayoría teñidos de intereses personales. Yo prefiero mi propia vista y mi criterio. Si he de tomar decisiones al menos será en base a una realidad que vi, y no que me hayan contado.”

De nuevo el silencio… los pasos sonaban sobre el asfalto mientras cruzaban la calle. –“ Se me ocurre que puede ser peligroso que te reconozcan…”, dijo, mientras pensaba “no no no, eso no era lo que quería decir!”, y se arrepentía de haber abierto la boca.

Carina era una persona que sabía enfrentar cualquier situación y solía encontrar las palabras justas. Estaba acostumbrada a expresar lo que quería y a anticiparse a las posibles respuestas. Pues esta no era una de esas veces, y aprendió a sentirse incómoda por primera vez. Por eso su cabeza dijo “Basta! Tratalo como a un igual”, se dijo a si misma, “es muy probable que él valore eso”.

-“Peligros hay siempre, pero confío en ser una persona común al menos por algunos ratos. Vas a algún lugar? ¿Te estoy demorando?”, preguntó el Presidente.

-“Iba a trabajar”, y de nuevo corrigió, “pero no creo que sea tan importante como hablar con el P…” Se abstuvo de decir la última palabra. Por un segundo pensó en que cualquiera podría estar escuchando la conversación.

-“Ya que estamos y nos hemos encontrado de esta forma tan… particular, me gustaría saber tu opinión sobre algunas cosas, te molestaría? Solo necesitaría que fueras sincera”.

“ Sincera es mi segundo nombre” pensó ella, pero se abstuvo de decir semejante pavada. “Por supuesto. Me encantaría”, dijo en su lugar.

-“ Sentémonos por ahí, o preferís ir a algún lugar en especial?”

En ese momento pensó muchas cosas, si no fuera el Presidente estaría sintiéndose seducida, pero con el tono de voz que usó, y la manera en que lo dijo, la charla estaba claro que sería amistosa.

-“Donde quieras”, dijo. Y lo siguió.

Doblaron unas cuántas cuadras conversando y llegaron hasta una librería-biblioteca en cuyo fondo encontraron unas mesas y pudieron pedir un café. En ese momento él ya sabía a qué se dedicaba y cómo estaba compuesta su familia. También que ella no lo había votado en las últimas elecciones, y que los candidatos que había elegido nunca habían triunfado en sus candidaturas. Ni siquiera se acordaba realmente de sus elecciones pasadas. No atendía demasiado a los tejidos políticos. Lejos de alterarlo esto lo animó, cansado de verse rodeado de personas aduladoras de su entorno, encontrarse y charlar con una perfecta desconocida lo alegró.

Ella a su vez, sentía que volaba en una situación completamente inusual. Estaba increíblemente feliz, no sabía si por descubrir que el Presidente era una persona valiosa, por ser elegida para ser escuchada o simplemente porque la conversación era agradable, con una persona común. No podía distinguir sus verdaderos sentimientos, pero lo cierto es que disfrutaba cada segundo de conversación.

-“Y sobre los problemas que tenemos, qué orden de prioridad pondrías para la solución? ¿Cuál te parece que es el peor de todos nuestros problemas?”, preguntaba él.

-“Yo te voy a contestar obviamente en base a lo que me rodea, que puede no ser lo más importante. Para mí, lo que a mi corazón más le duele todos los días, es la situación de los chiquitos del subte… Puede no ser lo más crítico, pero sufro cada vez que los veo pedir, y siempre pienso por qué nadie se ocupa de ellos”, dijo, sintiendo que quizás sonara a acusación.

-“Sin duda, veo que tu nivel de sensibilidad es alto. Es una preocupación que yo tengo también. El entramado social que hay detrás de esa ayuda es complejo, pero sin duda lo vamos a resolver un día”.

Respiró aliviada, a esta altura no quería ofenderlo, y tampoco le hubiera gustado una respuesta del tipo ”Votame, yo soy la solución”. La respuesta de alguna manera implicaba que estaban trabajando en eso, y eso la puso contenta.

-“¿Alguna vez se te ocurrió pensar qué harías si fueras Presidente? Algunas personas se lo plantean al menos una vez en su vida.”

-“No, de verdad. Nunca hice ese ejercicio. Y no se por qué, ya que soy una persona que siempre está pensando un millón de cosas e imaginándome cualquier situación. Pero por alguna razón nunca me vi como Presidente de nadie. Lo siento…”, dijo suavemente.

-“No te disculpes, está bien. Muchas personas dicen si fueran Presidente harían tal o cual cosa pero casi nunca es viable la solución. Por lo que veo te ajustás mucho a lo verdaderamente realista. Debe ser por eso.”

Carina tuvo en ese momento un efecto dejá vú increíblemente vívido, que la hizo temblar. Tuvo la terrible sensación de que ese café ya había tenido lugar, en el pasado, o en alguna otra dimensión… Como sea, se acordó de algo y sabía que era el momento de expresarlo. Buscó las palabras unos segundos y se atrevió a decir:

-“Sin embargo, un día soñé algo… extraño. “ No pudo mencionar que era un dejá vu y prefirió creer que siempre se trata de los sueños.

-“Soñé que me daban la oportunidad de proponer ideas o soluciones a los problemas del país. Tiene que ver con los superhéroes…” Y venciendo la sensación de que el podría creer que estaba hablando tonterías, siguió hablando.

De repente se conectó con su deseo de que el mundo sea un mejor lugar para todos, independientemente del país y comenzó a exponer sus teorías de paz en forma un tanto desordenada. Comentó la necesitad de recuperar los valores y la idea de que son las personas las que verdaderamente hacen los cambios. La charla, que ya venía siendo interesante y agradable, se fue transformando en algo creativo. Intercambiaron ideas, en las que coincidían. La visión del ser humano comprometido con el bienestar de los demás y su conexión con la tierra. Incluso sobre el efecto del homo consumus sobre el planeta, que parecía ser imposible de revertir, ambos coincidían en que el homo reciclus terminaría dominándolo. Y había manera de colaborar con todo ello.

-“Bueno, entonces contame eso de los superhéroes…”

-“Bueno, en mi imaginación, o quizás ilusión, me imagino que existen personas que son un ejemplo para la sociedad, desde sus pequeños lugares. No los grandes, sino la gente común que hace más de lo que es requerido. Y sobre todo que están en búsqueda de cómo colaborar aún más en sus respectivos ámbitos. Un médico solidario en fronteras, una maestra que enseña a más chicos en sus horas libres, una enfermera ad-honorem, aquel empleado que se ofrece espontáneamente para capacitar a alguien en la empresa o para colaborar en recursos humanos para mejorar aunque solo sea el clima de trabajo. Los científicos que hacen descubrimientos orientados a la solución de problemas del mundo. Alguna abuela que va periódicamente a la biblioteca a leerle cuentos a niños o discapacitados. Hay en cada uno de ellos un héroe que puede tender redes de ayuda más fuertes si les damos apoyo.”

-“Si, pero cómo lo harías?!”

-“No se bien qué herramientas se podrían utilizar, pero mi idea se basa en “activarlos”. Básicamente que sigan haciendo lo que de todas maneras hacen cada día, pero reconocerles su aporte e incentivarlos a que se animen a más y que de vez en cuando hagan un informe simple. En mi imaginación pienso que se puede adicionar a su sueldo normal un concepto extraordinario, directo desde la presidencia. Algo así como “reconocimiento por pequeñas-grandes hazañas”. No sería demasiado en dinero, no me imagino que sea visto como un beneficio económico, sino que para este tipo de gente solo el reconocimiento y el apoyo para seguir, bastaría. Finalmente esa gente tiende a aportar también ese dinero a las causas con las que se sienten involucrados de manera que vuelve a la sociedad convertido en pequeñas grandes obras, con mucho valor agregado.” Carina estaba entusiasmada. El Presidente la escuchaba con atención y se notaba que analizaba las factibilidades con velocidad.

-“Vos decís activar personas comunes para que se animen a ampliar su accionar del día a día a actividades socialmente responsables. Pienso que conseguirían tener un gran efecto.”

-“Si, serían como Superhéroes, pero humanos y de verdad. Claro que el esfuerzo económico y todo eso tendría que analizarse”, agregó la chica que a esta altura ya creía en los imposibles.

-“Tengo un equipo para análisis de factibilidad. Lo complejo es identificar los Superhéroes verdaderos, no equivocarnos en esas elecciones.”

Ambos quedaron callados, viéndose de frente a la verdadera dificultad.

Compartieron un rato más ese silencio que los hizo mirarse a los ojos unos segundos. El Presidente se puso de pie y le mostró la mano en señal de despedida.

-“Me encantaron tus ideas, fue una suerte haberte encontrado. Espero que nos volvamos a ver algún día…”

-“Claro, cuando quieras”, respondió sin atreverse a contrariarlo impidiendo que se vaya.

-“Nos veremos con seguridad. Gracias por todo.”

Y con tristeza en la voz, ella respondió un “Gracias a vos” que el ya escuchó de espaldas mientras se alejaba.

Todavía no podía salir de su sorpresa. Tenía sensación de que todo había sido un sueño. No se preocupó por ir ya a ningún lado, se fue directo a su casa, completamente descolocada por el encuentro.

Con el tiempo llegó a pensar que aquello había sido simplemente un sueño. Uno de sus mejores sueños sin dudas, y tan real que era imposible no rememorarlo. Pero un sueño al fin. Le gustaba recordar cada uno de los detalles de lo conversado. Seguía las actividades del Presidente con interés, incluso se había dado de alta en redes sociales para estar más informada. Habían pasado casi dos meses y ya se había acostumbrado a pensar que seguramente Emiliano (como le gustaba llamarlo para sus adentros) no la recordaría ya.

Bajaba corriendo por las escaleras para ganarle unos segundos a los tiempos del ascensor y poder llegar al subte de las 8:30 cuando descubrió un sobre de Presidencia sobre la mesa de la recepción del edificio. Lo abrió luego de constatar que estaba efectivamente dirigido a ella y leyó las primeras líneas con una felicidad inigualable:

Estimado Ciudadano:

En el marco de la implementación del Proyecto “Pequeñas-Grandes Hazañas” queremos distinguirlo con un título de Colaborador Especial y reconocer sus aportes solidarios a la comunidad. El proyecto destina fondos para incentivar las mejores acciones de las personas en el ámbito en que se desarrollan y con el tiempo lograr cambios positivos.

En base a sus cualidades personales queremos que se sume a nuestro equipo de selección de los beneficiarios de los reconocimientos… a los que hemos decidido llamar Superhéroes…

Las lágrimas no le permitieron leer el resto.

---- continuará

Vínculos

Es increíble investigar cuán profundo llegan los vínculos. Hasta dónde estamos conectados.
Qué placentero es descubrirlo. Y´por supuesto, qué vamos a hacer con eso.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Lo que tenga que ser

No te olvido ni un segundo, pero este silencio me hace bien.
Reduce la presión en mi mente y suelta palabras que necesitan ser liberadas
Desarrollo interior. Paz. Espacios. Será lo que tenga que ser. Pero distinto.
Con que estés bien me alcanza, por ahora.
Sabeme bien, sabeme liberada, sabeme agradecida.

martes, 30 de octubre de 2012

Por momentos


Los verdes nunca son iguales,
ni parejos, ni perfectos, ni estancos,
son más bien mezclados.
El frío tibio o caliente,
las más de las veces, alternado.
El sabor agridulce, luego amargo
luego nuevo.
La paz de vez en cuando sabiduría,
por momentos abandono.
El amor a veces madre, a veces hija,
a veces solo.


El sentido

Compartir, ayudar, acompañar
y de nuevo compartir.
Un pulso de adentro hacia afuera,
dar, entregar, abarcar, sostener.
De lo pequeño a lo más grande,
de los detalles al universo
de lo efímero a lo eterno.
Pero sobre todo de adentro hacia afuera.
Agradeciendo.

Compartir. Enseñar. Colaborar.
Querer ser invisible y sentirse observada
y el temor de no ser vista, enredados.
Sin padres que observaran los logros,
y puestos a escoger, solo quedó hacerlo cada vez mejor,
crecer, subir, hacerse gigante. Pero invisible.
Acostumbrarse a construir en soledad.
Acumular, luego mostrar y claro, compartir.
Compartir, porque sobra. Compartir, para mostrar.
Mostrar para descubrir,
y ser descubierta.

Mirame.
Es que la raíz no se ve en la superficie,
pero calladamente determina el paisaje.
Dar, ceder, entregar. Crecer.
Gigante. Quizas inabarcable. Seguro inalcanzable.
Incomprendida. Perdida y asustada.
Compartir por el propósito. Compartir por ayudar.
Compartir para estar acompañada.
Acompañando.

Todo tiene sentido

jueves, 11 de octubre de 2012

Lo Indecible

De mi visita a las cataratas a la luz de la luna, -muy recomendable y muy inspirador- surgió este poema, un intento por explicar las emociones y lo pequeñísima que me sentí. Lo revisamos en el taller de escritura y espero que logre transmitir con palabras, las imágenes y las sensaciones.

Lo indecible

La luna achanchada sobre el horizonte
- que en esa latitud es un río o una selva, o "el más allá", quién sabe?-
observa nuestra pequeñez,
a pie en pasarelas encantadas.

En la noche, allí donde -aún acompañada- estás a solas,
mil ojos parecen observarnos, o ninguno.
La sensibilidad hasta lo indecible,
-ausente la luz- se despiertan los demás sentidos.

Los montes recortan la verde oscuridad,
y  las aguas pacientemente nos ven pasar.
Las texturas de los pasamanos de madera, de alguna forma
nos aseguran que la evolución del hombre es a oscuras.

Ruidos de la selva y enigmáticos aromas
de un septiembre de orquídeas y magnolias,
resuenan el cantar del río,
con el sentir profundo de los lechos de arena.

Al llegar al final, la pasarela
de frente a la majestuosidad indescriptible:
una garganta tragando un trueno de agua y
un horizonte dibujado en árboles negros.

Como en un anfiteatro
grandes siluetas de vapor
suben de las profundidades del mundo
para decirnos algo.

miércoles, 18 de julio de 2012

Te invito a creer en cinco cosas imposibles antes del desayuno


8 años tenía y recorría una y otra vez en su mente las palabras que le diría a su padre cuando lo viera. Había planeado ese momento con lujo de detalles. Y seleccionado cada palabra que diría para no ofenderlo.

Desde que sus padres se habían separado hacía 3 años se había vuelto bastante retraída. En la escuela era víctima de todo tipo de bromas y no se entendía con ninguno de los chicos en general. Sin embargo, lo que más le preocupaba era su padre, que había vuelto a Buenos Aires mientras que ella con su hermano y su mamá se habían ido a vivir a Mar del Plata.

Llenaba su tiempo y sus vacíos con actividades extra programáticas, diversas variedades de danza, natación y gimnasias. Pasaba mucho tiempo en su jardín con sus plantas. Y mucho tiempo planeando aquel encuentro.

Tan pronto como viajaron la siguiente vez a Buenos Aires y tuvo oportunidad le dijo: Papá, podríamos ir solos a tomar un té a alguna cafetería?

El padre se sorprendió, pero aceptó sin saber de qué se trataba.

Una vez sentados frente a frente, la niña respiró profundamente, juntó todo su valor, lo encaró y le dijo: “Papá, yo sé que vos me querés. Aunque nunca me lo hayas dicho, ni vengas a verme y estés ausente cuando vengo a verte yo. Creo que es tu forma de ser, y quiero que sepas que yo te quiero también. Y que no necesito que cambies. Con lo que yo te quiero alcanza para los dos.”

El padre se emocionó mucho, supo decir que también la quería, con breves e incomprensibles palabras, pero a su modo supo hacerse entender. Y en los años sucesivos, no hubo ninguna vez que no haya invitado a la niña a tomar el te ellos solos, con la esperanza de volver a tener esa conexión profunda una vez más.

Ese día el aprendería de alguien de 8 años, y la niña aprendería a enfrentar cualquier situación por difícil que pareciera. Ya nada sería imposible.

Con todo el futuro por delante y una extraña percepción real de la velocidad con la que pasaba el tiempo, decidió escribir la primera de sus muchas listas. Escribió en un papel todas las cosas que quería hacer en la vida. Le llevó bastantes días porque nuevas ideas no dejaban de aparecer con el correr del tiempo. Desde viajar a determinados lugares de postal hasta aprender a patinar sobre hielo hacia atrás… Y luego razonó que no podría hacerlas todas juntas, ni en forma independiente de la edad. No podría aprender a patinar cuando tuviera 70 años. De manera que las ordenó no por orden de importancia, sino por la juventud que requerían. Así es como las acrobacias en viga y anillas ocupaban el primer lugar, escribir un libro así como por el medio y las artesanías y las rositas de azúcar impalpable el último lugar, en una lista de unos 60 ítems que luego se transformarían en casi 100 con los años.

Con la misma tranquilidad razonó que habría que hacer lo que a uno le gusta la mayor parte del día. Y entonces que sería grandioso que le gustara estudiar, puesto que eso era lo que estaría haciendo la siguiente década, hasta terminar la facultad. Qué desperdicio sería hacer lo que a uno no le gusta durante tantas horas! Y como se lo propuso realmente, estudiar es una de las cosas que más le gusta hacer desde entonces.

Pero... quién ataja semejante criatura?
Pasó el tiempo. Hoy ya no es más una pequeña (o tal vez si). Pero igual de adulta que a los 8. Y hoy sabe que nada es imposible, como en aquel entonces. Vive tratando de aprovechar cada segundo de su vida, siempre hacia adelante.
Heredó de su madre a ponerle garra a lo que se propusiera, lo importante era hacerlo bien y ser honesta consigo misma siempre. Cultivó de su padre su pasión por formar su propia opinión sobre las cosas y el altísimo concepto de la libertad. De su abuela heredó la formación de hogar cariñoso que le brindó luego a sus hijos. De la ciudad donde creció sacó el amor por el mar y de sus ancestros la pasión por el campo. De muchos autores pudo ponerle palabras a su creatividad.

Hoy está acostumbrada a enfrentar las cosas sola y es madre de todo el que se le acerque. Sigue teniendo tendencia a ordenar las ideas, no solo las propias, y siempre tiene un consejo de valentía para dar, ya que le resulta difícil justificar la cobardía o la duda. La franqueza la ha metido en más de un problema y la confunden los discursos dobles o melodramáticos.
Tiene una lista para cada cosa y una relación de amor-odio con su agenda de actividades por demás extensa, que nunca completará, hasta que haya hecho hasta la última de las rositas de azúcar impalpable que imaginó a los 8.

sábado, 12 de mayo de 2012

Ancestros

Despertó en una habitación pequeña con perfume a lavandas que su abuela solía colocar en pequeñas bolsitas de voile debajo de las almohadas. Había llegado la noche anterior casi a la madrugada y no había tenido tiempo para nada, simplemente acostarse hasta que se hiciera de día. “Ya deben ser más de las diez”, pensó, viendo la cantidad luz que se filtraba por las cortinas, “y debe haber un sol espléndido”. Se levantó ágilmente feliz de estar de vuelta en su ciudad natal, de poder encontrarse con la playa y el mar.


No se oían ruidos en la casa pero las persianas estaban altas y los ambientes estaban todos suavemente iluminados. Paseó por el living, recordando en cada rincón un sinfín de pasajes de su vida, y en cada detalle un sinfín de emociones. Como observándolo todo, el hogar a leña se encontraba en el centro del salón. Su interior estaba hecho de piedra típica del lugar y por fuera estaba rematado con madera lustrada en cuyo parante superior se leía una inscripción “Tu passes dans cette maison, et ton souvenir demeure”. Parada frente a él se puso a pensar cuántas veces, inevitablemente había pasado horas junto al fuego fijando esa frase en su mente: “Si pasas por esta casa, tu recuerdo perdurará”. Evidentemente eso tendría un efecto mágico de nostalgia al ir y felicidad al volver.

Giró sobre sus pies y se encontró con la vieja vitrina de madera con estantes y paredes de vidrio. Los abuelos la llamaban “Reina Ana” refiriéndose al estilo de su porte y a sus características patas en forma de garras talladas a mano. Era una reliquia que producía orgullo a los más ancianos y completa indiferencia a los jóvenes. Detrás de sus vidrios viscelados se podía observar -ordenada prolijamente- la cristalería tallada que había pertenecido a su familia a través de los años, y que en la realidad, solo se utilizaba para eventos únicos como la navidad y otras ocasiones especiales.

Las copas eran de diversos tamaños y formas, alineadas en hileras de 6 y ordenadas de mayor a menor según su altura. Las copas azules estaban al final de las hileras, y -ayudadas por el fondo de espejo y la luz del ambiente- producían un efecto azul en todas las demás, e incluso algún que otro reflejo azul en las paredes de la sala. Se detuvo un segundo a observar por primera vez un extraño brillo allí entre las copas altas y angostas. Aparentemente era una pequeña tacita de plata. La observó con curiosidad unos momentos, cuando escuchó el sonido de las llaves en la puerta de entrada y se alejó a ver quién llegaba.

Era la abuela que la recibió con afecto y preparó el desayuno con el pan fresco que acababa de traer del almacén. En la cocina ya había dejado preparados unos mates dulces, la manteca y el dulce casero de frutillas.

Su abuela era la del medio, de una familia de 14 hermanos, nacidos en Argentina. Hijos de inmigrantes vascos del norte de España. Sus padres habían escapado de pestes y guerrillas que por aquel entonces afectaban a Europa. En el nuevo mundo habían sido tan pobres que comer y sobrevivir había sido el objetivo diario durante muchos años, pero también fue la razón por la que “compartir” y “hospedar” ya formaban parte de su sangre y de la de sus herederos.

Se había casado con otro hijo de inmigrantes vascos-franceses. Juntos compartieron su amor con sus hijos, a los que nada les faltó.

La descripción generalizada de los vascos inmigrantes se ajustaba exactamente a las características de los abuelos: el culto a la hospitalidad, la sencillez de costumbres y actitudes, el respeto por la palabra empeñada, el perseverante esfuerzo ante todo tipo de retos y sus generalizadas muestras de honestidad los describían muy bien.

Supieron darle a sus hijos la mejor educación que para ellos era lo más importante y profundos valores familiares heredados de algún resquicio de nobleza o hidalguía de sus antepasados.

Además criaron a varios de sus sobrinos, seguidos de varios nietos y bisnietos. La casa de los abuelos había sido un hogar para muchas personas -familiares o no-, a lo largo de la vida.

Y ahí estaba la abuela, una vez más sirviendo el desayuno a la recién llegada, procurando un ambiente de abundancia de cosas ricas y armonía.

Conversaron sobre muchas cosas, tratando de poner al día a la abuela con las novedades. Los biznietos andaban bien en el colegio, los albañiles ya se habían ido, los arreglos de la casa ya estaban terminados, el jardín había quedado precioso con las nuevas luces de farol y un banco de plaza y qué ganas de que lo viniera a ver alguna vez. La abuela hacía rato que no se movía de su ciudad, su mar y sus mañanas pacíficas. La ciudad era ruidosa y agresiva, y ella no cedía para ir.

Y en ese momento cálido de intercambio sobrevino la pregunta: -“Abu, vos que me conocés bien, qué pensarías si pongo mi propio viñedo?” La abuela tuvo un inexplicable destello de picardía en sus ojos azules mientras preguntó: “Pero por qué sería eso? Si tu profesión te gusta y estás bien… “

“Si”, contestó la nieta. “Pero es que he visitado unos amigos, en una casa rodeada de vid, con una acequia que cruza la galería y viven del campo, sin tener que soportar el subte, el ruido y los tiempos de la ciudad, y tengo la sensación de que ese es mi lugar.”

Sin decir una palabra la abuela se levantó y cubrió la distancia entre el comedor y el living en unos ágiles pasos. La nieta la siguió sin saber de qué se trataba.

Abrió el cajón central de la cómoda, hurgó con sus manos de surcos entre los manteles apilados y sacó una caja de madera. Allí encontró una pequeña llave hueca que abría la vitrina con apenas media vuelta. Retiró cuidadosamente varias copas -a pesar de su temblor de edad- y consiguió lo que buscaba. Aquel pequeño descubrimiento al principio del día brillaba ahora en manos de la abuela, lo que dejaba ya de ser una coincidencia. De cerca se podía ver que era sin dudas una taza de plata, de base ancha y muy poca altura, a lo sumo de dos centímetros. Tenía una manija circular pequeña que permitía tomarla con el índice y el pulgar. Su desgaste y algunas abolladuras en la base indicaban que había sido muy usada. Pero estaba reluciente como pulida ese mismo día, muy probablemente por la abuela. Parecía construida a mano porque su forma no era resultado de alguna maquinaria, y en el fondo se descubría incrustada en la plata, una moneda acuñada en 1780 en Francia… Otros detalles no se leían con nitidez.

La abuela explicó: “Este es el catador de tus ancestros. Tu abuelo me lo entregó para que un día, alguno de los herederos continúe la labor del vino. Tienes toda la razón si encuentras tu lugar de pertenencia como me lo has contado.” Luego de pasarle una franela para darle más brillo (si eso fuera siquiera posible) se lo entregó a la nieta con solemnidad.

El fin de semana pasó agradablemente, y al regreso, el catador viene guardado en la mochila con renovados compromisos. Apoyada la frente sobre la ventana los recuerdos bailan al ritmo del camino. La abuela era una persona sabia a pesar de su simple tercer grado. Su pasado de superación tenaz y optimismo solidario, la hacían extraordinaria.

Una frase de las tantas que la abuela legó, se queda unos instantes resonando: “Valoramos nuestros ancestros, porque el futuro se levanta sobre el pasado”.

lunes, 7 de mayo de 2012

Otro 7 de mayo

Bueno.... Mil consejos, mil ejemplos de grandeza, mil historias para contar… o más. Pero una se me hizo presente hoy en su día y quiero compartirla. Ese día nada era novedad: mi mamá ya estaba diagnosticada desde hacía más de tres años. Diagnóstico: “seis meses de vida” - le dijeron aquella vez. Pero fue mucho más- Y en esos años ella dejó preparadas varias cosas. Entre ellas un seguro. Y una lista en puño y letra. Con el detalle de a quién se debía devolver con eso. Una vez que se fue y me llegó el dinero, le hice llegar a cada una de esas personas lo que ellos en los últimos tiempos le habían entregado con ánimos de ayudar. Incluyendo dos bancos cuyos gerentes la hubieran pasado mal si yo no me presentaba. Todos (salvo uno que en verdad no lo quizo) cada uno de ellos recibió hasta el último centavo que le había prestado de corazón. También conseguimos comenzar a pagar un primer dpto que luego sirvió para el de mi hermano. Yo cumplí con su lista. Y agradezco aquel pequeño monto que me permitió tener hoy mi casa. Pero más agradezco su enseñanza de devolver, eso es un gesto de grandeza como tantos otros que me dio y –por suerte- hoy nadie me lo puede quitar. Gracias.

domingo, 15 de abril de 2012

Convivencia

He encontrado este texto que me representa profundamente y caracteriza mis pensamientos diarios y mi forma de actuar.

"Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas.
Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio.
Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?
UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos."