jueves, 15 de noviembre de 2012

Superhéroes

SUPERHÉROES


Llegaba tarde y no era la primera vez. Como tantas otras veces iba ejercitando en su mente las posibles excusas que podría aducir pero todas le parecían repetidas o demasiado inverosímiles para que su voz sonara creíble y no dejara notar la mentira. Seguramente haría como tantas veces, practicar las palabras con las que mentiría de nuevo, y al llegar apenas aseguraría un “me atrasé”, diciéndose a sí misma en su interior que no había ninguna razón para dar explicaciones.

Pero al salir del subte ocurrió algo extraordinario, y aunque como excusa era genial, iba a sonar mucho más increíble que las imaginadas. Chocó de frente con un hombre joven que se atravesó en su camino. Fue en cuestión de segundos así que ninguno logró saber qué había pasado realmente.

Lo cierto es que terminaron sentados en el piso mirándose. En eso la chicharra del subte los despabiló de la sorpresa que aún los capturaba. Se pararon tratando de juntar sus cosas, el hombre caballero le tendió una mano amiga para ayudarla a levantarse y luego se alisaron la ropa un poco avergonzados. A esa altura la chica ya estaba pensando que la cara del joven le resultaba muy conocida… Y sabiéndose muy mala fisonomista, renunció casi de inmediato a saber de dónde. Pero él se presentó espontáneamente: -“Hola, encantado soy Emiliano Márquez, y te pido disculpas”. Esta vez si que la mujer no supo que decir. Tardó unos cuantos segundos en balbucear algo así como, -“Cari, me llamo Carina Salto”. A continuación, lo único que se le ocurrió preguntar es, “pero qué hacés en el subte?” Lo había tuteado en la pregunta, un poco habilitada porque él la había tuteado a ella, o por la edad, quizás. No era posible tratar de Ud. a un hombre que se veía tan joven…

Por supuesto traía peluca y eso, junto con la inusual indumentaria deportiva, lo hacía difícil de reconocer. -“Tampoco es que uno mire al Presidente en persona todos los días, pero de todas formas algo deben hacer en cámara para que se vea tan diferente y conservar el anonimato” pensó ella. Aquí en vivo y en directo, después de haberse chocado fuertemente, el hombre y la situación eran como un sueño.

-“Me ocupo de ver cómo vive la gente.” Respondió el Presidente como si nada pasara. “De paso descanso mi mente y doy un paseo. En serio, perdón por el golpe, fue durísimo…”

Por alguna razón se pusieron a caminar a la par. Ella hubiera jurado que habían chocado porque él estaba tratando de entrar en el subte cuando ella intentaba salir, ambos apurados, pero se abstuvo de hacer cualquier comentario, ya que podría hacer que la charla terminara abruptamente.

La mente iba a diez mil por hora, trataba de pensar qué decir, y descartaba la mayoría de sus frases por inadecuadas, previsibles o directamente tontas. ¿¡Qué se le dice a un Presidente!?

Al fin le salió un: -“No sé nada de política…, pero me parece bárbaro! Jamás lo hubiera pensado”, con la vista fija en el piso a medida que avanzaban. No se atrevió a mirarlo de nuevo, porque a esta altura ya se había dado cuenta de que el la inhibía profundamente. Y no porque fuera Presidente, aunque eso de verdad lo cambiaba todo.

-“Los asesores tampoco se entusiasman en mezclarse con la gente, así que sus informes son muchas veces incompletos, la mayoría teñidos de intereses personales. Yo prefiero mi propia vista y mi criterio. Si he de tomar decisiones al menos será en base a una realidad que vi, y no que me hayan contado.”

De nuevo el silencio… los pasos sonaban sobre el asfalto mientras cruzaban la calle. –“ Se me ocurre que puede ser peligroso que te reconozcan…”, dijo, mientras pensaba “no no no, eso no era lo que quería decir!”, y se arrepentía de haber abierto la boca.

Carina era una persona que sabía enfrentar cualquier situación y solía encontrar las palabras justas. Estaba acostumbrada a expresar lo que quería y a anticiparse a las posibles respuestas. Pues esta no era una de esas veces, y aprendió a sentirse incómoda por primera vez. Por eso su cabeza dijo “Basta! Tratalo como a un igual”, se dijo a si misma, “es muy probable que él valore eso”.

-“Peligros hay siempre, pero confío en ser una persona común al menos por algunos ratos. Vas a algún lugar? ¿Te estoy demorando?”, preguntó el Presidente.

-“Iba a trabajar”, y de nuevo corrigió, “pero no creo que sea tan importante como hablar con el P…” Se abstuvo de decir la última palabra. Por un segundo pensó en que cualquiera podría estar escuchando la conversación.

-“Ya que estamos y nos hemos encontrado de esta forma tan… particular, me gustaría saber tu opinión sobre algunas cosas, te molestaría? Solo necesitaría que fueras sincera”.

“ Sincera es mi segundo nombre” pensó ella, pero se abstuvo de decir semejante pavada. “Por supuesto. Me encantaría”, dijo en su lugar.

-“ Sentémonos por ahí, o preferís ir a algún lugar en especial?”

En ese momento pensó muchas cosas, si no fuera el Presidente estaría sintiéndose seducida, pero con el tono de voz que usó, y la manera en que lo dijo, la charla estaba claro que sería amistosa.

-“Donde quieras”, dijo. Y lo siguió.

Doblaron unas cuántas cuadras conversando y llegaron hasta una librería-biblioteca en cuyo fondo encontraron unas mesas y pudieron pedir un café. En ese momento él ya sabía a qué se dedicaba y cómo estaba compuesta su familia. También que ella no lo había votado en las últimas elecciones, y que los candidatos que había elegido nunca habían triunfado en sus candidaturas. Ni siquiera se acordaba realmente de sus elecciones pasadas. No atendía demasiado a los tejidos políticos. Lejos de alterarlo esto lo animó, cansado de verse rodeado de personas aduladoras de su entorno, encontrarse y charlar con una perfecta desconocida lo alegró.

Ella a su vez, sentía que volaba en una situación completamente inusual. Estaba increíblemente feliz, no sabía si por descubrir que el Presidente era una persona valiosa, por ser elegida para ser escuchada o simplemente porque la conversación era agradable, con una persona común. No podía distinguir sus verdaderos sentimientos, pero lo cierto es que disfrutaba cada segundo de conversación.

-“Y sobre los problemas que tenemos, qué orden de prioridad pondrías para la solución? ¿Cuál te parece que es el peor de todos nuestros problemas?”, preguntaba él.

-“Yo te voy a contestar obviamente en base a lo que me rodea, que puede no ser lo más importante. Para mí, lo que a mi corazón más le duele todos los días, es la situación de los chiquitos del subte… Puede no ser lo más crítico, pero sufro cada vez que los veo pedir, y siempre pienso por qué nadie se ocupa de ellos”, dijo, sintiendo que quizás sonara a acusación.

-“Sin duda, veo que tu nivel de sensibilidad es alto. Es una preocupación que yo tengo también. El entramado social que hay detrás de esa ayuda es complejo, pero sin duda lo vamos a resolver un día”.

Respiró aliviada, a esta altura no quería ofenderlo, y tampoco le hubiera gustado una respuesta del tipo ”Votame, yo soy la solución”. La respuesta de alguna manera implicaba que estaban trabajando en eso, y eso la puso contenta.

-“¿Alguna vez se te ocurrió pensar qué harías si fueras Presidente? Algunas personas se lo plantean al menos una vez en su vida.”

-“No, de verdad. Nunca hice ese ejercicio. Y no se por qué, ya que soy una persona que siempre está pensando un millón de cosas e imaginándome cualquier situación. Pero por alguna razón nunca me vi como Presidente de nadie. Lo siento…”, dijo suavemente.

-“No te disculpes, está bien. Muchas personas dicen si fueran Presidente harían tal o cual cosa pero casi nunca es viable la solución. Por lo que veo te ajustás mucho a lo verdaderamente realista. Debe ser por eso.”

Carina tuvo en ese momento un efecto dejá vú increíblemente vívido, que la hizo temblar. Tuvo la terrible sensación de que ese café ya había tenido lugar, en el pasado, o en alguna otra dimensión… Como sea, se acordó de algo y sabía que era el momento de expresarlo. Buscó las palabras unos segundos y se atrevió a decir:

-“Sin embargo, un día soñé algo… extraño. “ No pudo mencionar que era un dejá vu y prefirió creer que siempre se trata de los sueños.

-“Soñé que me daban la oportunidad de proponer ideas o soluciones a los problemas del país. Tiene que ver con los superhéroes…” Y venciendo la sensación de que el podría creer que estaba hablando tonterías, siguió hablando.

De repente se conectó con su deseo de que el mundo sea un mejor lugar para todos, independientemente del país y comenzó a exponer sus teorías de paz en forma un tanto desordenada. Comentó la necesitad de recuperar los valores y la idea de que son las personas las que verdaderamente hacen los cambios. La charla, que ya venía siendo interesante y agradable, se fue transformando en algo creativo. Intercambiaron ideas, en las que coincidían. La visión del ser humano comprometido con el bienestar de los demás y su conexión con la tierra. Incluso sobre el efecto del homo consumus sobre el planeta, que parecía ser imposible de revertir, ambos coincidían en que el homo reciclus terminaría dominándolo. Y había manera de colaborar con todo ello.

-“Bueno, entonces contame eso de los superhéroes…”

-“Bueno, en mi imaginación, o quizás ilusión, me imagino que existen personas que son un ejemplo para la sociedad, desde sus pequeños lugares. No los grandes, sino la gente común que hace más de lo que es requerido. Y sobre todo que están en búsqueda de cómo colaborar aún más en sus respectivos ámbitos. Un médico solidario en fronteras, una maestra que enseña a más chicos en sus horas libres, una enfermera ad-honorem, aquel empleado que se ofrece espontáneamente para capacitar a alguien en la empresa o para colaborar en recursos humanos para mejorar aunque solo sea el clima de trabajo. Los científicos que hacen descubrimientos orientados a la solución de problemas del mundo. Alguna abuela que va periódicamente a la biblioteca a leerle cuentos a niños o discapacitados. Hay en cada uno de ellos un héroe que puede tender redes de ayuda más fuertes si les damos apoyo.”

-“Si, pero cómo lo harías?!”

-“No se bien qué herramientas se podrían utilizar, pero mi idea se basa en “activarlos”. Básicamente que sigan haciendo lo que de todas maneras hacen cada día, pero reconocerles su aporte e incentivarlos a que se animen a más y que de vez en cuando hagan un informe simple. En mi imaginación pienso que se puede adicionar a su sueldo normal un concepto extraordinario, directo desde la presidencia. Algo así como “reconocimiento por pequeñas-grandes hazañas”. No sería demasiado en dinero, no me imagino que sea visto como un beneficio económico, sino que para este tipo de gente solo el reconocimiento y el apoyo para seguir, bastaría. Finalmente esa gente tiende a aportar también ese dinero a las causas con las que se sienten involucrados de manera que vuelve a la sociedad convertido en pequeñas grandes obras, con mucho valor agregado.” Carina estaba entusiasmada. El Presidente la escuchaba con atención y se notaba que analizaba las factibilidades con velocidad.

-“Vos decís activar personas comunes para que se animen a ampliar su accionar del día a día a actividades socialmente responsables. Pienso que conseguirían tener un gran efecto.”

-“Si, serían como Superhéroes, pero humanos y de verdad. Claro que el esfuerzo económico y todo eso tendría que analizarse”, agregó la chica que a esta altura ya creía en los imposibles.

-“Tengo un equipo para análisis de factibilidad. Lo complejo es identificar los Superhéroes verdaderos, no equivocarnos en esas elecciones.”

Ambos quedaron callados, viéndose de frente a la verdadera dificultad.

Compartieron un rato más ese silencio que los hizo mirarse a los ojos unos segundos. El Presidente se puso de pie y le mostró la mano en señal de despedida.

-“Me encantaron tus ideas, fue una suerte haberte encontrado. Espero que nos volvamos a ver algún día…”

-“Claro, cuando quieras”, respondió sin atreverse a contrariarlo impidiendo que se vaya.

-“Nos veremos con seguridad. Gracias por todo.”

Y con tristeza en la voz, ella respondió un “Gracias a vos” que el ya escuchó de espaldas mientras se alejaba.

Todavía no podía salir de su sorpresa. Tenía sensación de que todo había sido un sueño. No se preocupó por ir ya a ningún lado, se fue directo a su casa, completamente descolocada por el encuentro.

Con el tiempo llegó a pensar que aquello había sido simplemente un sueño. Uno de sus mejores sueños sin dudas, y tan real que era imposible no rememorarlo. Pero un sueño al fin. Le gustaba recordar cada uno de los detalles de lo conversado. Seguía las actividades del Presidente con interés, incluso se había dado de alta en redes sociales para estar más informada. Habían pasado casi dos meses y ya se había acostumbrado a pensar que seguramente Emiliano (como le gustaba llamarlo para sus adentros) no la recordaría ya.

Bajaba corriendo por las escaleras para ganarle unos segundos a los tiempos del ascensor y poder llegar al subte de las 8:30 cuando descubrió un sobre de Presidencia sobre la mesa de la recepción del edificio. Lo abrió luego de constatar que estaba efectivamente dirigido a ella y leyó las primeras líneas con una felicidad inigualable:

Estimado Ciudadano:

En el marco de la implementación del Proyecto “Pequeñas-Grandes Hazañas” queremos distinguirlo con un título de Colaborador Especial y reconocer sus aportes solidarios a la comunidad. El proyecto destina fondos para incentivar las mejores acciones de las personas en el ámbito en que se desarrollan y con el tiempo lograr cambios positivos.

En base a sus cualidades personales queremos que se sume a nuestro equipo de selección de los beneficiarios de los reconocimientos… a los que hemos decidido llamar Superhéroes…

Las lágrimas no le permitieron leer el resto.

---- continuará

Vínculos

Es increíble investigar cuán profundo llegan los vínculos. Hasta dónde estamos conectados.
Qué placentero es descubrirlo. Y´por supuesto, qué vamos a hacer con eso.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Lo que tenga que ser

No te olvido ni un segundo, pero este silencio me hace bien.
Reduce la presión en mi mente y suelta palabras que necesitan ser liberadas
Desarrollo interior. Paz. Espacios. Será lo que tenga que ser. Pero distinto.
Con que estés bien me alcanza, por ahora.
Sabeme bien, sabeme liberada, sabeme agradecida.