es un traje de madre.
Lo mismo mi mochila,
no pesada.
Unos 17 años -seguro más-
alcanzaron para pegarlos a mi piel.
Mi corazón vestido así
llena todo mi pecho de amor
a la gente que quiero, y
a mi misma,
a la gente que quiero, y
a mi misma,
y sigue creciendo
a un ritmo parejo, acelerado.
a un ritmo parejo, acelerado.
Infinitos espacios de confianza,
de familia, de hospedaje, de alegría,
forman la campana,
en la que mi traje
sostiene todo.
Me mantuvo buena, generosa,
querida, querendona,
soñadora, protegida,
inocente, casi pura,
agradecida.
Guarda también en su interior
a la mujer, que vive
debajo de todas esas telas de madre.
La oportunidad de ser
mujer,
antes que madre,
es la que me hace desvestirme,
descolgar esa mochila,
compartirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario