Inspirada en el hermoso poema de Martha Rivera Garrido, escritora, me he atrevido a dar una respuesta.
No te enamores de un hombre que sabe lo que quiere, y que lo hace sin llamar tu atención para que
apruebes cada una de sus pequeñas decisiones. Ni de un
hombre que tiene su vida resuelta y que no te necesita para armar su tiempo
libre, su casa, decorar su living, educar a sus pequeños, lidiar con la familia.
Ten cuidado de aquel que realza la belleza, se emociona con la aventura y toma
todas las oportunidades para vivir la vida intensamente. No te enamores si te enreda en optimismo, te molesta
con variados proyectos y ves
que su visión simple de las cosas te permite relajar y observar sus éxitos. Ten
mucho cuidado de los que piensan y actúan
por sí mismos, sin indicar lo que habría que hacerse, o peor aún lo que habría
de haberse hecho. Si ven soluciones en
todos los problemas, y no al revés. No hay nada más peligroso que un hombre al que le alcanza una idea, y no necesita una lista exacta
de instrucciones. Y los que no se detienen. No
te mezcles ni un segundo con un hombre
sensible, que distinga las cosas que valen la pena ser vistas, y sienta las que
vale la pena ser sentidas. Ni que tenga una opinión formada, donde jamás lo escuches repetir
teorías de otros. Que haga el bien aunque nadie lo esté mirando, y que se
muestre imperfecto, sin ninguna intención de ser lo que no es. No
te enamores de quien disfruta de la compañía y luego disfruta con la misma
pasión del silencio, de un café de frente a una montaña. Para quien la vista aún desde una ventana es
infinitamente mejor que la televisión. Ni se te ocurra enamorarte de un hombre
que te distinga del resto por lo que sos y se acerque espontáneamente a
contártelo, fresco, tranquilo, risueño, adorable. Y saque lo mejor de vos. Que sepa qué botones tocar. Y sin reclamos. Yo te
lo digo porque se, con seguridad, que de ese hombre jamás se regresa.
1 comentario:
Wow, Bello...más nada que agregar
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