Descubrí que inmiscuirse en el mundo de la histeria es peligroso.
La histeria, hasta ahora desconocida para mi, además de no mostrarse abiertamente porque es difícil de detectar su intervención, tiene muchísimo poder sobre nuestros actos. Ni siquiera es placentera, produce una angustia a la altura del esternón que es difícil describir. Tiene un encanto que todavía no logro definir tampoco. No responder a ella es en general inevitable y por lo que noto, se aprende rápidamente y es terriblemente adictiva. Parece que una vez involucrada la persona se hace muy improbable no actuar con sus mecanismos.
Será por eso que me quedé lejos de todo esto tanto tiempo.
Yo me prefiero libre de histeria, y siempre... siempre, prefiero que se entienda.
Por eso no puedo caminar por ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario